Como les prometí en la entrada sobre los candidatos al Oscar, aquí va la primer reseña de una de las nominadas a mejor pelicula, entre otras categorías.
La vida de Pi
Esta película nominada al Oscar en varias categorías, es sin
lugar a dudas uno de los films más notables del virtuoso Ang Lee. ¡Este
cineasta fuera de lo común lo hizo de nuevo!
Después de encantarnos con una película
tan particular como El tigre y el Dragón
o remover temas polémicos en lugares poco comunes como en Brokeback Mountain (subtitulada En
terreno vedado en España y titulada Secreto
en la montaña en Hispanoamérica) o conmovernos con una novela de
época en Sense and sensibility, nos
encontramos de nuevo con este director asiático haciendo de las suyas en una
película muy difícil de catalogar, en estilo (las etiquetas, realmente no son
muy amigas mías ni yo de ellas), pero que indudablemente pasará a la historia
por su buen guion, fotografía, efectos especiales, y sin lugar a dudas por su
inigualable dirección.
El guion de la película es una adaptación de la novela homónima
del escritor canadiense Yann Martel, realmente no he leído la novela, pero
luego de esta película, realmente deseo hacerlo. Según lo que se lee en algunos
portales, estaría inspirada en la necesidad de encontrarle un sentido a la
vida, realmente uno al salir de la sala de cine queda con la sensación de haber
recorrido un viaje espiritual junto a Pi, sin pretender convertir la crítica en
una oda, David Magee (guionista), lo logra con fluidez y virtuosismo.
Si bien,
Pi (Suraj Sharma), el personaje principal, va en una búsqueda constante de una
religión que le responda varias de las interrogantes de la vida, sin lograrlo se termina enfrentando a las
situaciones más extremas en donde naufragar será una simple anécdota dentro de
la historia de su crecimiento y conocimiento personal, más dura por momentos
que los periodos crueles de su estadía en el pacifico.
La realidad y la fantasía se entremezclan de una forma tan
pero tan majestuosa, que uno empieza a dudar de cuando es un delirio y cuando
es realidad. Cada día que Pi pasa en el pacifico, lo viviremos con él como si estuviéramos
allí, la tensión, el dolor, la bronca, el sufrimiento y sin duda el jubilo son
emociones que Ang Lee supo manejar más que bien en los 125 minutos de duración que
tiene la película. La emotividad, es sin duda el rasgo distintivo de este film,
no esa emotividad simple y facilona que puede llegar a fastidiar, si no la
profunda, la que sale de lo más hondo del ser humano, y sobre todo, aquella que
está dada por personajes sensibles, capaces de hacernos sentir una ternura
inigualable.
Una película, que ajeno a las innumerables candidaturas al
Oscar (once estatuillas), vale la pena ver, reamente esperanzadora. Una película,
bella, excelsamente bella.
¡Espero me comenten que les pareció!
Besos azules.
Ailén
Hola! Me gusta tu blog, espero tus próximos posts sobre más películas nominadas a los Oscar. Te iré siguiendo.
ResponderEliminarTe dejo mi blog de cine por si te quieres pasar y me dejas algún comentario http://monologossobrecine.blogspot.com.es/
Saludos!! :)
Gracias Ezequiel, realmente es un gusto que todos puedan encontrar su espacio por acá! Como no! Ya paso por el tuyo y te adelanto que mañana viene comentario sobre "Lo imposible"pelicula que tiene nominación a mejor actríz. Vengo de maraton de cine y trato de verlas todas antes de la entrega, hay algunas (sobre todo los ducumentales) que no tienen fecha de estreno por estos lados.
EliminarUn beso y un gusto.
Saludos
Ang Lee es un director que ha sabido acomodarse a distintos géneros, adaptand) su obra a las circunstancia destacándose por obras de gran poste visual, que no por eso pierden su alma. "Life of Pi" es una lamentable excepción. Es una película visualmente impactante, que no logra transformar el espectáculo en emoción. Quizás parta de un problema de apego al material original pero el film carece de una vida propia. Por cada momento genuino y atrapante, hay otros tantos cargados de un simbolismo tonto y mensajes repetidos y poco importantes. Trata de ser profunda por demás, cuando no lo necesita y se vuelve un producto artificial tratando de vender un concepto en el que, por su propia esencia, no parece creer. Una oportunidad desaprovechada.
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